23 ago 2016

"AUTENTICIDAD"

Nos sentamos en un café de Palermo, y con algunas medialunas de por medio, terminamos hablando de cualquier cosa. Al principio me costaba un poco sentirme cómoda, pero a medida que el reloj avanzaba y comprobaba que a mi tiempo junto a él le quedaba poca vida, me obligaba a relajarme y poner mi absoluta atención sobre sus palabras. Me contó que estaba de visita en Buenos Aires, que dedicaba su vida a recorrer el mundo y escribir sus experiencias. Me contó sus mayores sueños y me habló de los temores que lo acechan cuando cierra los ojos y piensa en todas esas cosas que abandona en cada viaje, en todo lo que se ve obligado a dejar atrás a causa de no estar preparado para aferrarse a nada. Me contó de su estadía en París y sus amores en Venecia. De sus amigos de México y de los placeres prohibidos de Nueva York. No podía evitar sentirme atraída por el aroma de la experiencia que emanaba cada poro de su piel. Era casi tóxico, porque el tiempo no perdona, y aunque nos habíamos conocido hace apenas unas horas cuando chocó accidentalmente conmigo en la vereda del local en el que trabajo, sentía que lo conocía desde hace mucho tiempo, como si tuviese algo que me perteneciera, y estuviese a punto de escapárseme de entre los dedos.


No estaba preparada para dejarlo ir todavía así que me atreví a preguntarle que tenía pensado hacer a partir de ahora, cuando también decidiera abandonar Buenos Aires, y con él, a mí también. Me sentí completamente absurda en el momento en el que caí en lo que estaba pensando, pero ya era demasiado tarde. Aunque no tenía sentido, la persona que tenía sentada frente a mí, tomándose su café con total despreocupación, había despertado sensaciones que estaban encerradas en el fondo de un cajón abandonado, hasta ahora. Lo miré cautivada mientras respondía con gracia a mi pregunta, esbozando una sonrisa desarmante que me calaba hasta los huesos. Los rulos le caían en la frente y tenía que sacudir levemente la cabeza para que no le taparan los ojos. Era una escena digna de ver.

Me dijo que no le gustaban los planes, que el secreto de vivir plenamente es dejarse llevar, cerrar los ojos y aprender a escucharse a uno mismo, saber lo que de verdad se quiere, y poner toda la fuerza del espíritu en conseguirlo. Me explicó que si hiciera planes no viviría viajando como lo hace, sino que estaría, probablemente, estancado en alguna ciudad deprimente viviendo una vida que no le pertenece. Dice que seguramente ya se hubiera casado y trabajaría de sol a sol para ser cada día más exitoso, que buscaría satisfacer las necesidades de sus seres queridos pese a lo que pese y que probablemente no luciría como lo hace ahora. A mi petición de una explicación me respondió que si viviera de otra manera, simplemente no sería él, y me dijo las palabras más profundas que probablemente ningún ser real de esta tierra podría haberme dicho.

-Cuando te ponés demasiado en los zapatos de los demás no estás siendo autentico, y la autenticidad es lo único propio que tenemos en esta vida. Este cuerpo es prestado y dura bastante poco, de hecho, no siempre sirve al cien por ciento. Todo lo que tenemos alrededor se desvanecerá en algún momento. Tu casa no va a mantenerse en pié por la eternidad, tu familia va a irse algún día, tus amigos, tus conocidos, todos tus seres queridos van a desaparecer al igual que nosotros. Dentro de doscientos años nadie va a saber quién fuiste, absolutamente todo lo que hiciste no va a importarle a nadie. Soy de las personas que piensa que ser uno mismo es la única razón que existe para permanecer en este planeta. Vivir es más que existir, y te puedo asegurar que después de haber andado los caminos con zapatos ajenos, calzarte los tuyos es lo más parecido a la felicidad que puedo describir.

Por un momento me sentí algo confundida, quizás no estaba entendiendo del todo bien la profundidad de lo que me decía, pero no lograba comprender por qué me decía todo esto. Yo solo quería saber a dónde iría y si podría verlo de nuevo en el futuro. Quería saber si al cruzar la puerta del café me dejaría su número de teléfono o me diría un "hasta pronto". Solo quería algo simple y verídico como la posibilidad de un después, pero él era demasiado especial como para algo tan básico y terrenal.

-Todos estamos en este mundo por una razón, y es tan simple y sencilla que todo el mundo busca respuestas rebuscadas que nunca van a estar más alejadas de la realidad. Todo lo que importa es ser uno mismo en la totalidad de lo que eso significa. Ser quienes somos, actuar como necesitamos hacerlo, pensar sin influencias y ser determinantes a la hora de elegir. A todos se nos otorgó una vida absolutamente vacía, y cada uno es responsable de rellenarla en la forma que quiera.

Sus palabras despertaban en mí más de lo que estaba dispuesta a permitir, pero era algo tan increíblemente penetrante que no podía evitarlo. De repente me sentía tan vacía que me dolía el pecho. Sentí que mi vida era absurda, que no había hecho nada en mis años de vida que valiera realmente la pena, y a cada segundo que pasaba, la mochila en mis hombros con los errores del pasado pesaba más y más. Cuando estaba terminando de lamentarme en silencio, él se puso de pie y me sonrió. Había llegado la hora de marcharse.

Caminamos juntos hasta la puerta, afuera llovía torrencialmente y había un taxi parado esperándolo, vaya uno a saber de dónde había salido, pero estaba ahí, con la puerta abierta para él. Quería decirle que se quedara en mi vida, que aunque no lo conocía y ni siquiera sabía su nombre, lo quería. Quería decirle que en pocas horas había marcado mi vida para siempre, pero no hubo tiempo, porque antes de que pudiera abrir la boca para decirle cualquier cosa, tomó mis manos entre la suyas y dijo las últimas palabras antes de irse sin dejarme ningún rastro de su paradero.

-No se puede ir por la vida buscando ser felices en las cosas que sabemos que no deseamos con todas las fuerzas. Cuando las personas quieren verdaderamente ser felices, simplemente hacen lo que sienten. Ser sinceramente auténticos es lo único que enciende las luces del camino correcto, y todo lo que se rompe alrededor mientras se es uno mismo, se arregla con el tiempo, y lo que no se recompone, no servía desde el principio.


Y entonces desapareció de mi vida para siempre.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario