Llega un momento en el que uno ya no sabe cuál es la forma
correcta de enfrentar la vida. La incertidumbre acecha, y no sabemos si lo ideal sería
pararse a un costado y dejar que todo pase frente
a nuestros ojos, o mejor caminar con firmeza hacia algún lugar que sepamos con
seguridad que es el indicado.
Creo que más fácil que sentarse a pensar con determinación cuál
es ese bendito lugar a donde deberíamos ir, es dejar que todos nos pase por al
lado, ignorar nuestra propia vida y “Dejar que fluya”
Pero, de que les estoy hablando?
Hay que salir a correr, caerse, lastimarse las rodillas, levantarse salir corriendo de nuevo, porque las heridas sanan, pero los kilómetros por
recorrer nadie va a atravesarlos por nosotros.
Hay que reírse de los problemas, ser inteligentes y aprender
de ellos, porque la solución quizás algún dia aparezca sola, pero que mejor que
disfrutar de la paz conseguida por nuestros propios medios?
Hay que disfrutar del dia, dormir menos y vivir más, porque
seguramente hay cosas que otros podrían hacer por nosotros, pero que luego se quedarían
con la alegría, la experiencia y las anécdotas que nos pertenecen.
Hay que saber agradecer la mano amiga y pedir perdón cuando
cometemos errores. Hay que amar fuertemente y dejarnos amar, porque la
fortaleza que nos hace elegir si lo que queremos es vivir la vida en vez de
dejar que esta nos pase por encima, esta en la energía que cargamos cuando
somos capaces de levantarnos, cuando las coas nos cuestan un poco, cuando
sabemos disfrutar de los pequeños momentos, y cuando tenemos con nosotros a las
personas correctas.
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