Título: Una flor para otra florAutora: Megan MaxwellEditorial: EsenciaPáginas: 512Saga: Las guerreras Maxwell 4Calificación: 5/5Sinopsis: Estar enamorado de la mujer que se desea olvidar no es algo que el joven e impetuoso highlander Zac Philips lleve bien. Tiempo atrás, Zac posó sus ojos en Sandra, una joven de mirada y pelo castaños que cautivó con su sonrisa. Pero cuando el padre de Sandra falleció, sus abuelos maternos las obligaron, tanto a ella como a su madre, a dejar las Highlands, su lugar de residencia, y regresar a Carlisle, un lugar en el que ninguna de las dos conseguía ser feliz, sobre todo cuando sus abuelos se empeñaron en concertarle un matrimonio. Dispuesto a salvar a su amada, Zac partió hacia Carlisle, pero al llegar allí se encontró con Sandra riendo divertida con uno de aquellos ingleses. Ofuscado y con el corazón destrozado, regresó a las Highlands con la intención de olvidarla. Sin remilgos ni medias tintas, Sandra iba ahuyentando a sus supuestos pretendientes, ganándose así la enemistad de sus abuelos y, con el tiempo, cargando con la culpa por la muerte de su abuela.
Cuando llevaba varias semanas sin poder engancharme del todo
con la lectura y bastante bloqueada, me di cuenta de que lo que me hacía falta
era leer por placer. Las colaboraciones me estresan. Las amo, pero me estresan,
y hacía bastante tiempo que no leía algo de mi género favorito, por ejemplo,
que es el romance. Así que dejé el libro que estaba leyendo, y me puse a buscar
algo en lo que ponerme a disfrutar. Quería una historia de amor de esas
intensas que te provocan de todo, como para ver si se me despertaban esas ganas
de leer hasta altas horas de la madrugada. Encontré el libro perfecto, o por lo
menos en lo que a mis gustos personales respecta. Leo a Megan desde hace años,
y empecé esta saga, la de las guerreras Maxwell, en 2013. Leí sus tres primeros
libros encantada a medida que salían, y ya lejos de las nuevas publicaciones de
la autora, ni me enteré de que había salido un cuarto. Poco me acordaba de lo
anteriormente sucedido en las historias que la preceden, pero no hizo falta
mucho drama, me enganché enseguida y refresqué todo al instante.
La saga de las guerreras Maxwell nos muestra la historia de
un grupo de personas que se desencadenan desde el primer libro, que comienza a
unirlas. Nos ubicamos en Escocia, época medieval, lleno de higlanders lindos,
castillos imponentes y damiselas en su lugar de mujeres sumisas. Claro que
estamos hablando de libros de Megan Maxwell, donde eso no existe, así que en su
lugar nos presenta un montón de mujeres guerreras que se salen de la norma.
Saben escalar árboles, usar la espada, disparar y pelear a pesar de su
condición de mujeres, lo que a nuestros protagonistas masculinos, claramente
les vuelve locos.
En este caso, conocemos la historia del pequeño ya no tan
pequeño Zac. Zac es el hermano de Megan, protagonista de Deseo Concedido y que
en aquella época, era solo un niño. Hoy es un hombre, despilfarrado y
mujeriego, por supuesto, que busca su independencia y lucha por convertirse en
un hombre al que respetar. Lleva toda su vida conviviendo con mujeres
imposibles: Su hermana, la mujer de su amigo Kieran, la mujer de Naill. Todas
ellas insufribles según él, contestonas, demandantes, todo lo que está mal en
una mujer. Por eso está seguro de que lo que menos necesita en su vida es una
mujer así. Quiere una chica delicada y cándida, respetuosa y que sepa guardar
silencio, pero principalmente, que no le traiga problemas. Claro que el amor no
entiende de eso y le pone delante a Sandra, una joven que conoce hace mucho
tiempo y que siempre le despertó algunos sentimientos, pero que es igual o peor
que su hermana y las mujeres con las que trata. Sandra es todo lo contrario a
lo que Zac quiere para su vida, pero es todo lo que necesita.
Por supuesto las cosas son difíciles. Sandra acarrea una
historia familiar dura y necesita escapar de eso, lo que va a traerles un
montón de problemas.
La historia de amor es preciosa, va y viene quizá muchas
veces, se pelean, se aman, se pelean, se aman, pero nunca cansa. Es intensa por
todas partes y además tiene a los personajes de los libros anteriores, aunque
ahora en segundo plano, avanzando con sus respectivas vidas.
La narración está hecha en tercera persona, como Megan nos
tiene acostumbrados, y se mete en cada recoveco de la vida de los
protagonistas, mostrándolo todo. Ya todos saben que su forma de escribir a mi
me vuelve loca desde siempre, y esta vez no fue la excepción. Pasé una noche
entera sin dormir con tal de avanzar, me atrapó por completo y me hizo frenar
la vida, para poder leer. La lectura es súper fluida y fácil, y además,
divertida. Me reí fuerte en muchas ocasiones, lloré porque el drama no falta en
ningún momento, y me enamoré y disfruté de una historia de amor como pocas.
Ojalá esta saga sea eterna ♥
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