17 jul 2013

Las ventajas de la infancia


Quisiera volver a tener cinco años. Quisiera escaparme a la hora de la siesta y cruzar por el agujero del alambrado al patio de al lado para jugar con la vecina. Quisiera volver a hacer competencias de “Quien tira la piedra más lejos”.
Quisiera preocuparme por que me olvide de sacar las fotocopias para el colegio, o porque mi mejor amiga se fue de vacaciones y no la voy a ver. Quisiera escuchar música, cantar, bailar, gritar, reírme sin parar… quisiera simplemente desconectarme del mundo, y no pensar.
Quisiera poder conectarme con la persona que algún día fui, poder disfrutar de cualquier momento sin siempre arruinarlo buscando el lado negativo. Quiero tener ese brillo en los ojos Característico de una persona feliz. Quiero sentir mariposas en la panza, ya sea por amor, alegría, adrenalina, o emoción. Quiero tener ganas de hacer cosas nuevas, quiero relajarme completamente aunque sea un ratito, quiero no desconfiar, quiero solo pensar en positivo. Pero simplemente no sé cómo hacerlo.
A veces nos alejamos tanto de la persona que en realidad somos que nos perdemos dentro del tiempo y el espacio, sin saber para que servimos, si tenemos una misión en la vida. Nos levantamos a la mañana para cumplir nuestra rutina y volvernos a acostar a la noche. Sin una motivación, sin un objetivo claro, sin una meta por la cual correr.
Mi verdadero yo está en algún lugar muy profundo dentro de mí. Escondido, metafóricamente acurrucado y comiéndose las uñas, temiendo por la persona en la que me he convertido.
¿Podre encontrarlo? 

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