Resulta que si algo está prohibido, más dulce es la tentación
de probarlo, y cuando esta abiertamente permitido, simplemente lo ignoramos.
Es raro como todo lo que sabemos que nos hará mal, es lo que
más llama nuestra atención. Es más que extraña la sensación de estar imantados
a todo lo que puede hacernos daño.
Hay algo dentro de nosotros, que quiere sobre todas las
cosas ser feliz, pero extrañamente, hay un lado de nosotros mismos que no nos
permite hacer nada para llegar a ese punto. Solo quejarnos.
Es extraño como la persona que puede haceros tocar el cielo
con las manos, siempre es la misma que puede llevarnos a la más profunda agonía.
Es extraño, que eso que nos hace vivir, pueda también,
llegar a matarnos.
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